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Mié, Mar

Editorial
Colombia es un país donde impera la cultura del más fuerte y la del atajo. Afortunadamente se puede decir que las instituciones y entes reguladores existen y están obligando a las grandes compañías a obedecer la ley. El gran favorecido es el ciudadano de a pie.


Hace unos días la Secretaría del Medio Ambiente de Bogotá decidió sancionar a más de 139 empresas de la ciudad por publicidad indebida. Colombia Móvil Tigo fue victima de su propio invento, y tendrá que cancelar una cifra bastante abultada que supera los $400 millones de pesos, cerca de una tercera parte del total de dinero recaudado por estas multas.

En otro ámbito, la CRT se apresta a declarar a Comcel como operador dominante en el campo de la telefonía móvil, por lo que este operador se verá obligado a autoregularse so pena de verse sometido a una intervención directa por parte del ente regulador.

Soy un observador de los fenómenos de ciudad y siempre me llamó la atención el tipo de publicidad que implantó Tigo a su llegada al país, llenando las calles de murales o casas pintadas con su marca. Toda vez tuve oportunidad de preguntarle al ex presidente de la Tigo acerca de esto y cuestionarlo por el actuar de la compañía en este campo, que para mi rayaba en la contaminación visual. Su justificación fue que gracias a esta inversión muchos barrios de las ciudades colombianas habían sido recuperados.

En este caso sin duda primó en las decisiones de la compañía la cultura que Mockus llamó ‘La Cultura del Atajo’, prefiriendo
el resultado a corto plazo y devaluando o desestimando las consecuencias más lejanas de la acción. Tigo decidió jugársela por invadir la ciudad de Bogotá con publicidad en muros y fachadas de casas creyendo muy seguramente que por su posición de empresa influyente no iba a ser tocada, y beneficiándose de los impactos publicitarios positivos que este tipo de publicidad, bastante ingeniosa hay que aceptarlo, le traería a la compañía aún a costa de dañar el entorno de la ciudad

Si bien es mucho el dinero que la compañía pierde por esta multa, seguramente esto les hará entender que sus acciones no pueden rayar la ilegalidad y que la mejor manera de actuar es ciñéndose a las normas, en este caso las de publicidad exterior que reglamenta el tema de los murales en el Articulo 25 del Decreto 959 de 2000, permitiendo “hacer murales siempre que tengan carácter decorativo o motivo artístico […] permitiéndose solamente instalar en muros de cerramiento o culatas de la edificaciones […] siempre y cuando no se haga alusión comercial alguna.

Ojalá esto les permita darse cuenta de ciertas otras medidas que atentan esta vez contra sus propios usuarios, como es el caso de la publicidad vía SMS que ya está convertida en publicidad vía llamada telefónica, y que altera la tranquilidad de muchos de sus usuarios. Ojalá Tigo pueda autoregularse en este aspecto y que no tenga que recibir multas para que se de cuenta que está alterando con este tipo de “mercadeo” la tranquilidad de sus clientes.

Por otra parte tenemos el caso de Comcel y la CRT. Este operador, que cuenta con el 66% del mercado, se rehúsa a aceptar su posición dominante en el país que genera distorsiones al mercado.

Basta ver cómo se aseguran con su posición de que la mayoría del mercado elija estar con ellos al imponer tarifas muy altas para llamar a otros operadores y casi regalar las llamadas dentro del propio operador; es decir, desestimulando el uso de otro operador (llámese Tigo o Movistar) y a su vez afectando las finanzas de los más pequeños al no recibir estos un tráfico, por el que deberían recibir dinero, similar al que los pequeños generan en sentido contrario. Y es que es impresionante, pues las cifras hablan que cerca del 50% de las llamadas de Tigo son generadas a otros operadores mientras que tan sólo cerca del 20% de las llamadas de otros operadores van a dar a Tigo.

Ojalá Tigo, en el caso de la publicidad vía SMS y telefónica pueda autoregularse, y no tenga que recibir multas para que se de cuenta que está alterando la tranquilidad de sus clientes.

Sin embargo Comcel sigue sin dar su brazo a torcer y llegó casi al extremo de amenazar y exigir a la CRT para que no los regule como operador dominante, ya que según ellos, la CRT no está facultada para regular de esta manera. Afortunadamente la CRT falló y Comcel tendrá que cumplir ciertas regulaciones, así como bajar las tarifas a otros operadores (lastimosamente no hubo regulación para los cargos de conexión cobrados a otros operadores por usar las redes de Comcel, es decir, llamadas entrantes).

En este caso y si bien las comparaciones son odiosas, Comcel al igual que Tigo en el anterior, quiso actuar en un marco que rayaba el atajismo y la ilegalidad creyendo que por ser parte de uno de los grupos con mayor inversión extranjera en Colombia, como lo es América Móvil-Telmex, se iba a salvar de la regulación.

En este país, donde la ley es solo para los de ruana, afortunadamente existen instituciones capaces de imponer regulaciones y sanciones a los grandes grupos económicos. Así que mis aplausos van para la Secretaria del Medio Ambiente de Bogotá y para la CRT por ser capaces de ponerle el tate quieto a las empresas e intervenir cuando los derechos y libertades de los ciudadanos se están viendo afectadas; y mis tomates para Tigo y Comcel por no cumplir cabalmente las normas como debería ser.

Esperemos que Tigo haya aprendido la lección.

Escrito por: David Gaitán para...

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